lunes, 10 de noviembre de 2008

Un placer tenerte con nosotros... en nuestro paraíso bohemio



Suena alegre la campanilla que reposaba en la puerta de doble batiente de madera y cristal de colores.

El olfato se ve embriagado por un aroma que mezcla el frescor de la menta, la dulzura del sándalo, lo exótico del café y lo relajante del incienso. Volutas de tabaco y vapor emana de las bocas y tazas de todos los que hay dentro.

Mesas bajas por doquier repletas de hombres trajeados con sombreros de copa y butacones de orejas ocupados por mujeres engalanadas que fuman pipas espigadas.

Entro en ese paraíso bohemio donde Bach suena por todos los rincones y las notas desgarradas de un violonchelo acompañan la melodía con tristeza y pasión.

Voy directa a una mesilla baja donde tres hombres y una mujer beben café en silencio. Parece que hay una butaca libre, así que en ella me siento hundiendo todo mi cuerpo en aquel tapizado granate sangre de toro dejando que el terciopelo acaricie la piel de mis brazos.

Sin haber pedido nada, un joven camarero me sirve un té negro con leche y unos brotes de menta.
El vapor dibuja caprichosas formas en el aire y se entremezcla con el humo de los cigarros y pipas prendidos.
Olfateo el té... y al levantarme alguien posa sobre mis labios un cigarro de vainilla. Lo enciendo con las velas del centro de mesa y puedo escuchar entre nota y nota, como crepita aquel tabaco aromatizado que inunda mis papilas con el dulce sabor del arroz con leche.

Todo es maravilloso, arte... arte por donde mires, el mismo tabaco, el té o incluso los clientes son puro arte.

"Aquí es donde quería estar" pienso entre calada y calada, entre sorbo y sorbo... "y aquí es donde me quedaré".

Se cierran las puertas haciendo que repique de nuevo la campanilla... parece ser que alguien más... acaba de entrar en el paraíso bohemio...

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